sábado, 1 de diciembre de 2012

Participación en el seminario de Música y Ciencia de la UAM

Los días 14, 15 y 16 de marzo de 2011 se celebró el seminario “Estética y pensamiento musical: Diálogos entre música y ciencia” en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Madrid. Con motivo de mis estudios predoctorales tuve la oportunidad de participar en una de las jornadas con una breve comunicación titulada "Consonancia y Disonancia: fundamentos fisiológicos del placer y el desagrado armónicos". Ya que, por motivos diversos, las comunicaciones no llegaron a publicarse he creído apropiado resumirla en este blog, por si alguien la considera de utilidad.


Consonancia y Disonancia: 
fundamentos fisiológicos del placer y el desagrado armónicos

El procesamiento que el ser humano realiza de las alturas del sonido se localiza en el oído interno. En concreto, la membrana basilar, situada en el interior de la cóclea, es la encargada de reconocer las frecuencias de los sonidos por la posición en la que éstos resuenan en su superficie.


 
Sin embargo, la audición no es un proceso sencillo, en parte por la existencia de los llamados "fenómenos no lineales". De entre todos ellos, el que nos interesa es el de la perturbación que dos o más sonidos simultáneos producen sobre la membrana basilar; se trata de los "sonidos diferenciales" y son el resultado de restar la frecuencia de los dos sonidos armónicos. La perturbación de la que hablamos no es ni más ni menos que una fluctuación periódica en la intensidad sonora.



Cada par de sonidos, por tanto, tendrá un sonido diferencial propio como resultado de la diferencia de sus frecuencias. De esta manera, cuanta más distancia en Hz haya entre ellos más agudo será el diferencial. La siguiente tabla ilustra el sonido diferencial que resulta de cada intervalo musical.



Como puede apreciarse, conforme se separan los sonidos del intervalo, el diferencial (representado en el pentagrama inferior) asciende hasta alcanzar la misma frecuencia que el sonido grave del intervalo, como es el caso de la octava justa.

La antes mencionada fluctuación de la intensidad sonora puede llegar a resultar físicamente desagradable en tanto que perturba un órgano que comparten los sentidos del oído y el equilibrio y es por ello un elemento que puede desestabilizar el conjunto. Los sonidos diferenciales confieren al conjunto una cualidad más estable o "dulce",  o más inestable o "áspera" en función del complejo sonoro que produzca; es decir, los diferenciales que enturbian el complejo sonoro serán tratados como disonantes, mientras que los que no lo hacen se podrán considerar disonantes. En este sentido encontramos cuatro categorías ordenadas por orden creciente de aspereza:
1. El diferencial coincide o es la octavación de uno de los que conforman el intervalo (como por ejemplo la quinta justa).
2. El diferencial no coincide con ninguno de los dos sonidos del intervalo pero completa la tríada mayor (por ejemplo la tercera menor).
3. El diferencial no coincide con ninguno de los sonidos del intervalo pero forma una cuatríada de tipo "séptima de dominante" (tríada mayor con séptima menor, como en el caso de la quinta aumentada).
4. Finalmente, algunos diferenciales no contribuyen a completar un complejo triádico ni cuatriádico (como la séptima mayor).

Parece que los diferenciales que aportan más estabilidad son los que se asemejan más a la serie armónica de uno de los sonidos del intervalo, mientras que los más desestabilizadores no cumplen proporción alguna con ellos. Tartini y otros compositores del barroco ya eran conocedores de este fenómeno y lo utilizaban en sus obras. Los violinistas, por ejemplo, se guían por la presencia de diferenciales para afinar ciertos intervalos como las terceras. La siguiente tabla muestra los intervalos según el grupo al que pertenezcan.


Resulta curioso encontrar la tercera mayor y su inversa en la misma categoría que los intervalos justos, y que el tritono no deba ser considerado un intervalo disonante. Fue la llegada del temperamento igual a los instrumentos de tecla lo que desvirtuó los intervalos de tercera y quinta y les dio un lugar diferente dentro de la teoría musical y la armonía tonal clásica.

En conclusión podemos decir que la consonancia y la disonancia tienen una relación directa con el placer o el displacer que producen, si bien la tolerancia a la disonancia se puede educar. Por tanto podemos hablar de una base fisiológica real al fenómeno de consonancia y disonancia, derrumbando el argumento de que es algo cultural. La asimilación de la disonancia resulta fisiológicamente más difícil que la asimilación de la consonancia, por eso ésta última supondrá una experiencia más placentera, que no necesariamente más bella.

La observación del comportamiento de los sonidos diferenciales se ha llevado a cabo en el ámbito de la afinación justa y únicamente sobre conjuntos de dos ondas senoidales obtenidas por síntesis informática. El comportamiento de conjuntos de tres o más sonidos complejos es, obviamente, más complejo.

Bibliografía

FERNÁNDEZ-HERRERO, Olaya – LORENTE, Miguel: “Comprobación experimental de la teoría de la consonancia y la disonancia musical”. En: Revista de Acústica, Vol. 37, nº 1-2, pp. 5-10
 
MIYARA, Federico: Introducción a la Psicoacústica. En: http://www.analfatecnicos.net/archivos/04.IntroduccionPsicoacusticaFedericoMiyara.pdf (consultado 02-12-2012)

PÉREZ CANO, Miguel – GARCÍA MARTÍN, Javier: La audición humana. En: http://www.lpi.tel.uva.es/~nacho/docencia/ing_ond_1/trabajos_04_05/io1/public_html/ (consultado 10-04-2011)

SELA, Bárbara: Afinación de intervalos puros. En: http://www.arrakis.es/~barsean/afinacion.htm (consultado 02-12-2012)

RÉVÉSZ, Geza: Introduction to the Psychology of Music. Mineola: Dover, 2001

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