martes, 19 de noviembre de 2013

Música para una marca

En esta ocasión comparto con vosotros la música que he compuesto para un vídeo, encargo de la marca Loewe, que está siendo exhibido en la Galería Loewe de Madrid.

Las imágenes son obra del estudio de Manolo Yllera, reconocido fotógrafo madrileño, el cual me encargó la composición de una pieza que determinaría la estructura del montaje. En este sentido, la composición se realizó en términos prácticamente libres, a excepción hecha del estilo, afrancesado y un punto minimalista.

Acabo de descubrir con agrado que el vídeo ya está colgado en el canal de Youtube de Loewe, así como en su página de Facebook. Espero que os guste.



viernes, 25 de octubre de 2013

Passio Sensatio Motus

El pasado 7 de octubre tuve el privilegio de presentar al público australiano una obra para piccolo y piano. Se trata de mi última obra, "Passio Sensatio Motus" ("Pasión, sensación, movimiento"), escrita para mi buen amigo Roberto Álvarez.

Ya he hablado anteriormente de él, pero lo volveré a repetir: Roberto Álvarez es Piccolo Solista y tercer flautista de la Orquesta Sinfónica de Singapur, aparte de un excelente profesor. Ha sido invitado a participar como piccolista y flautista en el Festival de Flautas de Camberra (Australia), celebrado a principios de este mes. En tres días ofreció cuatro recitales y tres masterclasses, y participó como tribunal en dos concursos. No contento con ésto, uno de sus alumnos ganó el segundo premio en el Concurso para Jóvenes Artistas del Festival.

 "Passio Sensatio Motus" fue un encargo de Roberto en su encomiable labor de difusión de la música contemporánea y fue interpretada junto con otros estrenos absolutos, "Escenas de la vida de Poulenc" de Eduardo Costa y "Homage to Poulenc" de Jorge Muñiz, así como el estreno en Australia de la "Sonata nº1 para flauta y piano" de Elisenda Fábregas y dos obras más de Salvador Espasa. Una buena muestra de música contemporánea española.

La obra se estructura en tres movimientos con un propósito cíclico, en el que un tema principal aparece a lo largo de todos ellos. 
"Animae Motus" ("El movimiento del alma") responde a una estructura de allegro sonata en la que se ha sustituido el desarrollo por una breve transición, pero que intenta sorprender con una falsa reexposición y un desarrollo dentro de ella; tiene además introducción y epílogo que aporta a la estructura un aire de simetría.
"Collage: momentum interruptum" ("Collage: movimiento interrumpido") es una especie de scherzo en el que se juega con tres citas musicales, tres famosos solos de piccolo: el principio del "Concierto para piano en sol mayor" de Ravel, el solo de piccolo del cuarto movimiento de la "Sinfonía nº9" de Beethoven y el solo de piccolo de la "Star Wars Overture" de John Williams, que es a su vez el tema cíclico pero que sólo suena de manera explícita al final de este movimiento.
Finalmente, "Phrenetica Passio" ("Pasión desenfrenada") es un rondó en el que se presentan de nuevo tanto el tema cíclico como el primer tema de "Animae Motus".

Cada movimiento alude a los "afectos", a las emociones suscitadas a través de una armonía más o menos disonante pero siempre colorista y un vigor rítmico casi omnipresente. He procurado, como viene siendo habitual, jugar con procedimientos musicales que no había utilizado antes (poliacordes, polimodos y polirritmias) así como con otros más familiares para mí (armonías por cuartas y modos naturales y artificiales).






He de agradecer tanto a Roberto Álvarez como a Alan Hicks la espléndida interpretación que ofrecieron en la Escuela de Música de la Universidad Nacional de Camberra a un público entregado a la nueva creación. Todo un lujo para mí.

Web de Roberto Álvarez

viernes, 2 de agosto de 2013

La realización de un "Jingle"

En abril de 2013 se me encargó la composición de un "Jingle" para un programa de televisión que finalmente no vio la luz.

Para quien no lo sepa, un "Jingle" es una pieza breve de música que aparece al comienzo de un programa, anuncio o serie televisivos. Además de cumplir una función meramente musical, el "Jingle" le aporta al programa una identidad, un carácter, de la misma manera que una obertura pero con una duración mucho menor.

En el proceso de composición surgieron varias versiones, algunas muy parecidas entre sí y otras bastante diferenciadas. Comparto con vosotros sólo dos versiones pero no diré para qué tipo de programa estaban destinadas; eso me gustaría que lo decidiéseis vosotros.







 ¿Es más enérgica la primera o la segunda? ¿Es un programa o una serie? ¿Qué tipo de serie o programa? ¿Parece destinado a un público joven o más maduro? Dejad vuestros comentarios.

sábado, 16 de marzo de 2013

Dos nuevos cortos para el "Notodofilmfest"

De nuevo en colaboración con la guionista y cineasta Ana Puentes, hemos presentado dos nuevos cortos al festival online "Notodofilmfest". Se trata de "Segundos" y "Hope", dos pequeñas piezas de tres minutos cada una que exploran lo emocional.





miércoles, 20 de febrero de 2013

El día en que las orquestas desaparecerán del mundo del cine

Desde hace unos 60 años los ingenieros de sonido no han cejado en su empeño de sustituir los instrumentos musicales por aparator electrónicos que los emulen. Ya en la década de 1950 aparece el primer dispositivo considerado precursor de los "samplers", esos aparatos capaces de grabar un sonido (también llamada "muestra") y reproducirlo a todas las frecuencias audibles e inaudibles. El primer sampler, el "melotrón" fue una revolución, sobre todo en el mundo de la música electrónica y experimental, pero estaba muy lejos de poder competir con el instrumento al que emulaba: cuanto más se alejaba la muestra de la frecuencia original más artificial resultaba al oído. Además, se descubrió con ello que los "ruidos" inherentes a la forma de tocar el instrumento (la fricción del aire en tubo y boquilla, en los aerófonos, por poner un ejemplo) son parte esencial de su sonido, si bien no lo son de su timbre.
  

Con el avance tecnológico en lo que a soportes de almacenamiento digital se refiere, algunas marcas como Yamaha desarrollaron allá por la década de 1990 las primeras "librerías de sonido", es decir, grabaciones sistemáticas de sonidos de instrumentos nota a nota, que se dispararían con un interfaz controlador MIDI que podía tener teclado incorporado o ser un módulo exento. Se ganó significativamente en realismo al estar tomadas del original todas las frecuencias. Ese efecto "pitufo" en los agudos y de "pilas gastadas" en los graves había pasado a la historia... siempre y cuando se dispusiese de varios cientos de miles de pesetas.
El siguiente paso fue el mapeo en dos dimensiones, en el que no sólo se sampleaban las distintas alturas sino que se tomaban muestras distintas para cada matiz.


Poco a poco las librerías fueron abandonando el mundo del hardware y pasaron a funcionar exclusivamente por software, de manera que los instrumentos físicos pasaron a ser innecesarios. Hoy en día los músicos que utilizamos estos recursos disponemos de un teclado controlador MIDI que no tiene sonido propio, simplemente envía la información digital necesaria: note on, note off, velocity y a veces también valores de controladores como el bend, modulation y otros. El sonido es programable y automatizable en todos sus parámetros.
Es comprensible que cuanto mayor sea el número de muestras de una librería tanto mayor será su tamaño y más recursos consumirá durante su uso. La llegada de los sistemas operativos de 64bits así como el aumento de memoria RAM en los equipos modernos ha marcado el paso decisivo para el florecimiento de estas librerías.
Desde hace unos pocos años, desarrolladores como Eastwest, Native Instruments, Vir2, Cinesamples y otros están creando librerías especializadas en instrumentos concretos, de manera que se pueden encontrar por separado cuerdas, metales, maderas, percusión y coros, o incluso instrumentos solistas. El gran avance radica en la programación especial que algunas librerías tienen: pueden escogerse sobre la marcha las distintas articulaciones y recursos instrumentales y, lo que es más importante, el legato está cada vez más conseguido. Han pasado a ser auténticos instrumentos virtuales.

Como muestra de todo lo dicho, he recreado el inicio de "Así habló Zarathustra" de Richard Strauss. En muchos aspectos es mejorable pero sirve de ejemplo.



En realidad, esta entrada no pretende ensalzar las bondades de las nuevas tecnologías, que por supuesto las tiene, sino plantear un dilema moral, estético y artístico: ¿qué sentido tiene sustituir algo real por algo artificial?
Cada vez son más las películas cuya música está íntegramente hecha por ordenador y los músicos de sesión le están viendo las orejas al lobo incluso en Hollywood. Hans Zimmer, por ejemplo, es uno de los compositores que más ha recurrido al ordenador en películas como Gladiator (2000), Piratas del Caribe (2003), Batman Begins (2005) y Origen (2010). Cualquiera que tenga el oído educado en la música sinfónica puede darse cuenta del efecto artificial que poseen. Sin embargo, hay multitud de trucos para maquillar estos defectos. El primero es el de recurrir a músicos reales cuando se trata de voces o instrumentos solistas. El segundo, y con diferencia el más grave, es utilizar las librerías de manera que la música compuesta explote sus mejores recursos; esto supone que la música se ve condicionada por la tecnología cuando, por ejemplo, se hace un abusivo uso de las articulaciones staccato. Quien quiera comprobar lo que acaba de leer no tiene más que escuchar la banda sonora de alguna de las películas antes mencionadas.
En definitiva, las librerías de sonido son un recurso barato (algunas ascienden a más de mil euros, pero sigue siendo menos que contratar a una orquesta) y permiten innumerables cambios y ajustes en la sincronía. Pero el efecto aún no es 100% realista y si se dispone de presupuesto la opción de contratar músicos auténticos sigue siendo la mejor opción...

...siempre y cuando el objetivo sea la calidad artística.